El giro alarmante en la malnutrición: la obesidad infantil

En los últimos años se ha instalado una tendencia preocupante en el panorama de la salud global: la obesidad infantil y adolescente se ha convertido en la forma más predominante de malnutrición en el mundo, superando por primera vez al bajo peso. Lo que antes se enfocaba en la desnutrición aguda, hoy se expande a un problema de salud pública de escala global que afecta a comunidades educativas y familias enteras, con implicaciones que van más allá del aula.

De acuerdo con un informe publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la obesidad se ha convertido en un problema social que afecta a más de 188 millones de niños y niñas en edad escolar y adolescentes (de 5 a 19 años), lo que equivale a uno de cada diez en esta franja etaria. Esta condición los expone a enfermedades que podrían ser mortales.

Los datos del informe, titulado “Alimentando el negocio: Cómo los entornos alimentarios ponen en peligro el bienestar de la infancia”,son alarmantes. Desde el año 2000, mientras la prevalencia del bajo peso en este grupo se ha reducido del 13 % al 9.2 %, el índice de obesidad se ha triplicado, pasando del 3 % al 9.4 %. Actualmente, la obesidad supera al bajo peso en todas las regiones del mundo, con excepción de África Subsahariana y Asia Meridional.

El informe subraya que la alimentación de los menores no es simplemente una elección personal, sino que está determinada por entornos alimentarios no saludables. Estos ambientes están saturados de alimentos ultraprocesados y comida rápida (altos en azúcar, sal y grasas no saludables), cuyo consumo ha desplazado a las dietas nutritivas tradicionales. A su vez, la comercialización digital accede fácilmente a un público joven, lo que refuerza la normalización de productos dañinos. En países como México, el consumo de bebidas azucaradas y ultraprocesadas representa hasta el 40 % de las calorías diarias ingeridas por la niñez.

Esta normalización del consumo no saludable tiene efectos reales y a largo plazo. La obesidad severa aumenta el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, hipertensión arterial, diabetes de tipo 2, enfermedades cardiovasculares y determinados tipos de cáncer. Las repercusiones económicas también son graves: se prevé que los costos asociados a las consecuencias de la obesidad superarán los cuatro billones de dólares anuales a nivel mundial para el año 2035.
Frente a este panorama, los especialistas coinciden en la urgencia de actuar desde la institucionalidad. Se hace un llamado a implementar políticas integrales y de cumplimiento obligatorio para transformar los entornos alimentarios.

Fuentes:

Imagen de referencia: Foto por Ekta Varia formulario PxHere