El termino Incel ha comenzado a sonar en el radar de la seguridad en México, Incel es la abreviatura en inglés de involuntary celibate (célibe involuntario) y se refiere a personas, principalmente hombres, que se identifican por no haber logrado relaciones sexuales o afectivas pese a desearlas. En sus orígenes fue usado en comunidades en línea como forma de describir una experiencia personal; sin embargo, con el paso del tiempo una fracción de esos espacios se ha radicalizado y convertido en foros donde se normaliza la misoginia, el resentimiento hacia las mujeres y la justificación de la violencia como respuesta a la frustración social o sexual.
El fenómeno tiene tres componentes interrelacionados: una dimensión identitaria (personas que se reconocen como “incel”), una subcultura en medios digitales y una corriente ideológica que promueve explicaciones hostiles sobre la responsabilidad de las mujeres y la sociedad en la privación afectiva de sus miembros. Esa ideología se alimenta de discursos de victimización, teorías sobre “atractivo” y “jerarquías” sociales, y en ocasiones llamados explícitos a la violencia, lo que la convierte en un problema de seguridad pública y de salud mental comunitaria.
Históricamente, las autoridades y organizaciones han documentado que grupos o individuos ligados a esa ideología estuvieron detrás de ataques violentos y homicidios. Entre los casos más difundidos a nivel internacional están los que citan los informes periodísticos y de derechos humanos como ejemplos de radicalización violenta surgida en parte en foros incel. En México y América Latina, episodios recientes como el conocido como “caso Lex Ashton” en la Ciudad de México han puesto en evidencia la llegada de discursos incel y de violencia digital hacia comunidades educativas, lo que ha motivado reacciones institucionales y denuncias públicas.
Las organizaciones de derechos humanos y los análisis académicos advierten varios riesgos asociados a la expansión de la subcultura incel: normalización del odio contra las mujeres, coordinación de acoso en línea, impacto sobre la seguridad de espacios públicos y educativos, y el posible tránsito de agresión verbal a agresiones físicas. Por ello, expertos recomiendan una combinación de respuestas: vigilancia y actuación policial cuando existan amenazas concretas; protocolos institucionales de protección en escuelas y universidades; políticas de moderación y prevención en plataformas digitales; y, de manera paralela, intervenciones de salud mental y programas de prevención que atiendan la soledad, la exclusión y la violencia de género desde la raíz.
En síntesis, incel designa hoy tanto una autoidentificación como una subcultura que, en su variante radicalizada, promueve discursos peligrosos. Comprender su origen en espacios digitales y los factores sociales que facilitan su crecimiento es clave para diseñar respuestas que integren seguridad pública, apoyo psicológico y educación sobre igualdad, respeto y convivencia.
Referencias
- ¿Qué son los “incel” y por qué su ideología preocupa? – BBC Mundo.
- Aproximación a los incels – Exactas UBA / GenEx.
- Caso “Lex Ashton” abre puertas a cultura incel en México y es síntoma de los antiderechos – Swissinfo.
- El movimiento incel: la peligrosa radicalización digital que fomenta el odio hacia las mujeres – Amnesty International.
- Caso Lex Ashton: alerta sobre comunidades incel – El Economista.
Imágenes de referencia: PxHere