Los accidentes más comunes en las escuelas

Aunque a nadie le gusta hablar de accidentes, la realidad es que ocurren, y con más frecuencia de la que uno esperaría. Estar en escuelas significa ser testigo de una gran cantidad de accidentes: pequeños raspones, cortaduras, caídas, etc. Esto es comprensible debido al alto nivel de energía de los alumnos y las actividades que requieren movimiento. Es imposible esperar que se mantengan sentados y callados por más de dos horas seguidas.

Sin embargo, aunque son comunes, lo mejor que podemos hacer es estar preparados. Si bien la mayoría de los accidentes son pequeños y no requieren atención médica especial, también es importante saber identificar aquellos traumatismos que sí la necesitan. No todos los docentes o padres de familia cuentan con capacitación en primeros auxilios, por lo que es indispensable tener la mayor información posible y saber cómo actuar adecuadamente.

Los accidentes más comunes en la escuela son:

  • Raspones: principalmente en rodillas y codos, suelen ser provocados por caídas. Ante este tipo de heridas, lo más adecuado es lavar la herida con agua y jabón para eliminar posibles restos de tierra o suciedad. Si sangra, se puede aplicar un antiséptico y tapar con una gasa.
  • Moretones: aparecen por continuas caídas o golpes accidentales. Las piernas de los pequeños son el lugar donde aparecen con mayor frecuencia, aunque también suelen encontrarse en las rodillas y brazos. Los moretones suelen curarse por sí solos con el paso de una a dos semanas. En caso de que el moretón no cambie de color durante más de 14 días o continúe el dolor, es recomendable acudir al médico.
  • Sangrado de nariz: ocasionado comúnmente por impactos en el rostro, es posible detener la hemorragia al presionar las aletas de la nariz con los dedos. Permita al alumno sentarse con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante sobre un fregadero, un balde o una toalla. No haga que se acueste ni que incline la cabeza hacia atrás porque le podría provocar náuseas, tos o vómitos. Las insolaciones también pueden provocar sangrado de nariz; en ese caso, es recomendable colocar al alumno en un espacio fresco, humedecer el cuello y la frente. Si el sangrado no cede después de presionar unos 10 minutos las aletas de la nariz , es necesario acudir al médico.
  • Esguinces y luxaciones: se producen por el desplazamiento de la articulación de una forma inusual, dañando el ligamento en mayor o menor medida. Se caracterizan por un dolor intenso, y dificultad para mover la zona afectada. Es necesario acudir al médico para su tratamiento.
  • Fracturas: son bastante habituales en niños, ya que sus huesos son más elásticos y porosos. El tratamiento para fracturas leves es la inmovilización de la zona dañada durante 3 o 4 semanas para que pueda soldar correctamente.
  • Traumatismo en la cabeza: se debe aplicar hielo y analgésico, y mantener especial atención ante la aparición de somnolencia, convulsiones, fiebre, confusión o dolor que no cesa.  Es importante solicitar al alumno que comparta sus síntomas, sobre todo si se trata de náuseas o somnolencia después del golpe, ya que esto podría indicar una contusión cerebral. En estos casos, se debe acudir de inmediato al médico.

Es importante recordar que no todos los traumatismos son notorios o evidentes; un impacto aparentemente leve podría tener grandes implicaciones. 

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*Derechos de imagen: Imagen de baedaya en Pixabay